Hubo un tiempo, sí, en que los primeros calores y sofocos venían acompañados de riadas de niños en pos de un balón o de otros niños, de saltos imposibles al ritmo de combas, de gritos y de calle. Los bancos se poblaban de adultos vigilantes de los juegos e, incluso, de los que salían a contagiarse de la alegría infantil y ajena en las tardes de primavera. Hubo un tiempo en que por estas fechas la ciudad, el barrio, renacía después de la soledad que siempre ha acompañado a la lluvia.

Ya no tanto.

Hoy, lunes, 22 de marzo de 2010, a las cinco de la tarde, con casi 25 grados de temperatura y toda una cruz de calles peatonales por explorar no menos de diez pequeños hacían hilera en mi portal. Con las espaldas apoyadas en la pared encalada, en cuclillas, sumergían sus miradas y fantasías en maquinitas de ilusión.

Silencio.

Parece que está llegando la primavera, pero algunos pensamos que sigue lloviendo.

Un comentario en “Hubo un tiempo

  1. Será que no hay motivos para acompañar a la primavera.

    Sobre los niños, me has hecho recordar -y te lo agradezco- que hace un par de días un niño chino me atacó con una espada de plástico y una gran carcajada… no pude si no reirme, pero no fui capaz de seguirle el juego y ponerme a brincar con él… Eso es, realmente, lo que me habría gustado.

    Besos.

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