Llega un tableteo de fusilada. El grupo se mueve en confusa y medrosa alerta. Descuella el grito ronco de la mujer, que al ruido de las descargas, aprieta a su niño muerto en los brazos.

LA MADRE DEL NIÑO.- ¡Negros fusiles, matadme también con vuestros plomos!

MAX.- Esa voz me traspasa.

LA MADRE DEL NIÑO.-¡Que tan fría, boca de nardo!

MAX.- ¡Jamás oí voz con esa cólera trágica!

DON LATINO.- Hay mucho de teatro.

MAX.- ¡Imbécil!

El farol, el chuzo, la caperuza del SERENO, bajan con un trote de madreñas por la acera.

EL EMPEÑISTA.- ¿Qué ha sido, sereno?

EL SERENO.- Un preso que ha intentado fugarse.

MAX.- Latino, Ya no Puedo gritar… ¡Me muero de rabia!… Estoy mascando ortigas. Ese muerto sabía su fin… No le asustaba, pero temía el tormento… La Leyenda Negra en estos días menguados es la Historia de España. Nuestra vida es un círculo dantesco. Rabia y vergüenza. Me muero de hambre, satisfecho de no haber llevado una triste velilla en la trágica mojiganga. ¿Has oído los comentarios de esa gente, viejo canalla? Tú eres como ellos. Peor que ellos, porque no tienes una peseta y propagas la mala literatura por entregas. Latino, vil corredor de aventuras insulsas, llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte con un vuelo.

DON LATINO.- ¡Max , no te pongas estupendo!

Resumen del texto.

En el texto se presentan dos situaciones cotidianas marcadas por la violencia: de una parte, el dolor de una madre que sostiene en los brazos a su hijo muerto por una bala; de otra, la noticia del asesinato de un preso que Max había conocido en la prisión. Ante esos hechos, los protagonistas adoptan posturas contrarias: Max empatiza con las víctimas y generaliza sobre la situación española hasta desear la muerte como única salida; Latino, en cambio, resta importancia y degrada el sufrimiento.

Tema del texto.

Valle-Inclán denuncia el drama de una sociedad como la española que no es capaz de sentir empatía alguna ante la violencia cotidiana.

Estructura del texto.

La estructuración del texto se establecerá atendiendo a tres aspectos diferentes: la disposición externa del mismo, la organización de las ideas presentes en el fragmento y, por último, la relación entre la disposición externa y las ideas expresadas.

Estructura externa.

El fragmento propuesto se trata de un texto teatral, pues en él figura un conflicto dramático (la violencia materializada en las muertes del niño y el preso) que avanza mediante las intervenciones verbales de diferentes personajes (madre, sereno, empeñista, Max y Latino) sin la presencia de un narrador externo a la acción.

Al ser un texto teatral, pueden encontrarse en el fragmento dos tipos de textos:

  1. Texto A.- Corresponde a las diez intervenciones de los personajes, todas ellas muy breves e intensas, salvo la última de Max Estrella, en la que expone su pensamiento.
  2. Texto B.- Corresponde a las dos acotaciones mediante las cuales el dramaturgo dibuja la situación y sugiere cómo debe ser la interpretación de los actores. Las acotaciones de este fragmento y de la escena al que pertenece, a diferencia de lo que sucede en otras partes de la obra, presentan cierta objetividad y resultan menos elaboradas literariamente. Pese a todo, en la segunda puede encontrarse un ejemplo de cosificación, técnica empleada por Valle-Inclán a lo largo de la obra para esperpentizar y deformar así la realidad: “El farol, el chuzo, la caperuza del SERENO”. El autor da entrada a un personaje que es presentado no por sus cualidades humanas, sino por los objetos que definen su profesión.

Organización de ideas.

  1. Situaciones violentas: las muertes del niño y del preso.
    1. Provocan:
      1. Empatía de Max con las víctimas.
      2. Latino degrada el sufrimiento de las víctimas.
  2. Generalización de Max: la violencia en España.
    1. Consecuencia: Max desea morir.
      1. Contraste: Latino resta importancia al sentimiento de Max.

División en partes del fragmento.

  1. Primera parte: situaciones violentas. Esta sección puede dividirse, a su vez, en dos situaciones que se suceden:
    1. La madre y el niño (hasta la segunda acotación).
    2. El preso (desde la segunda acotación hasta “temía el tormento”).
  2. Segunda parte: como consecuencia de lo anterior, generalización sobre España (desde “La Leyenda Negra” hasta el final). Esta parte discurre a través del siguiente proceso:
    1. Max expone su visión negativa sobre la vida española.
    2. Max manifiesta su deseo de morir.
    3. Latino resta importancia a tal deseo.

Comentario crítico.

El fragmento recrea el clima de violencia que se vivía en España durante la primera mitad del siglo XX. Al tratarse de un texto literario, Valle-Inclán ha seleccionado algunos elementos de la realidad de su tiempo (la represión violenta de las protestas callejeras y la falta de respeto a los derechos humanos de los presos) para componer una escena que no se corresponde con ningún hecho concreto, aunque sí refleja el espíritu de la época y las diversas actitudes de los ciudadanos ante la violencia de estado. Es, precisamente, esta intención la que mejor se adapta a las peculiaridades del género escogido, pues el teatro permite reflejar diversas posiciones mediante las intervenciones de los personajes, como efectivamente se produce en este texto.

Como autor perteneciente al Grupo del 98, Valle-Inclán convierte la decadencia y degradación de la vida española de las primeras décadas del siglo XX en uno de los núcleos temáticos de su obra literaria. Sin embargo, a diferencia de otros miembros de su generación, la posición más crítica que refleja el texto no se impondrá hasta sus últimas obras, las que conforman el periodo de los esperpentos (1920-1936). Será en esta etapa cuando la obra de Valle —con Luces de bohemia a la cabeza— se tiña de mayor radicalismo político. Así se muestra en el texto, donde la violencia y la miseria moral de las gentes que pueblan el país llevan al protagonista a reclamar una muerte salvadora que lo libere del infierno en que se ha convertido España.

El fragmento propuesto para el comentario plantea, como se ha indicado, dos situaciones marcadas por la violencia; pero la intención de Valle-Inclán va más allá de la mera denuncia de las mismas. Es tal la crudeza y la hondura del dolor mostrado por las víctimas, que el dramaturgo prefiere concentrarse no en él —pues resulta evidente—, sino en las diversas posiciones que los ciudadanos muestran ante la brutalidad del estado. El lector o espectador asiste, en consecuencia, a una galería de comportamientos que van desde el dolor insondable de la madre que reclama la muerte para acompañar a su hijo, hasta la burlesca indiferencia de un Latino que ve “mucho teatro” en la tragedia humana de la mujer. Entre ambas posiciones, un Max atónito que refleja la posición del autor en esta ocasión se alinea con el sufrimiento de la mujer y ataca a su alter ego, Latino.

El conflicto planteado en el fragmento puede parecer muy alejado de las circunstancias actuales; sin embargo, a poco que se profundice en su sentido se advertirá que no mucho ha cambiado desde la fecha de su composición. La cotidianidad actual sigue mostrando situaciones de marcada violencia, quizás no tan dramáticas en su forma, aunque igual de destructoras en su fondo. Pensemos, por ejemplo, en lo que a diario sucede en la valla de Melilla, esa frontera sur de una Europa en crisis que, pese a todo, sigue siendo el objeto de anhelo de tantas y tantas personas que exponen sus vidas al peligro, al dolor y, en más ocasiones de las deseadas, a la muerte. Pocas personas habrá tan inhumanas como para no horrorizarse ante el sufrimiento ajeno; sin embargo, buena parte de ellas sí matizarán su horror de una u otra manera. Así se puede comprobar cada vez que un intento de salto con trágico desenlace se produce. Tras la manifestación de unas condolencias aparentes, es fácil encontrar entre las páginas de la prensa razones de uno y otro tipo que justifican la presencia de las vallas cortantes: hay que defender la prosperidad europea de la llegada de unas personas para las que ya no hay cabida aquí, escriben algunos; son consecuencias inevitables, nunca buscadas por los rectores de los gobiernos europeos, se lee en otros lugares; es necesario invertir en los países de origen para paliar la inmigración, argumentan los más progresistas, aunque habría que preguntarles si estarían dispuestos a renunciar a una parte de sus beneficios para dotar de recursos la inversión necesaria.

En definitiva, tanto en el ayer reflejado en el texto de Valle-Inclán, como en nuestro presente cotidiano, la violencia y el mal en sus múltiples manifestaciones se hacen presentes. De la misma manera, las posturas ciudadanas que eluden un compromiso activo y sin matices con la erradicación de dicho mal siguen rodeando una realidad insatisfactoria. Ante tan penosa situación, el hombre honrado adoptaría sin dudar una posición heroica y empeñaría la vida en la denuncia y el intento de transformación de una sociedad enferma. En un nivel de heroísmo inferior se situarían quienes compartieran la postura de Max Estrella y renunciaran a la batalla mientras huyen hacia sus viaductos particulares al son de la amarga queja de quien se siente superado por la realidad que le ha tocado vivir. Sin embargo, la actitud mostrada por Latino de Híspalis será, lamentablemente, más frecuente de lo deseable y el instinto de supervivencia conducirá a muchos hacia la indiferencia absoluta o la degradación del dolor ajeno, confundiendo lo que es verdadera tragedia con una mera caricatura.

Análisis sintáctico

Propuesta de análisis de la siguiente oración extraída del texto:

Descuella el grito ronco de la mujer que, al ruido de las descargas, aprieta a su niño muerto en los brazos

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3 comentarios en “Valle-Inclán: Luces de bohemia, escena XI (comentario resuelto)

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