¿Les he hablado alguna vez de Rocío? Creo que no.

Es una alumna de mi Centro que padece algo parecido a una parálisis cerebral que le impide moverse y comunicarse. Rocío solamente puede ver, oír, sentir y mover su brazo derecho muy, muy lentamente.  Está en 2º de Bachillerato.

Sobre Rocío puede hablarse mucho. Algunas personas más de mi centro -muy pocas, a decir verdad- llevamos ya demasiados años hablando mucho con instituciones, compañeros, más instituciones. La hemos paseado, ha salido en un cartel de unas jornadas sobre educación y discapacidad. Algunos técnicos que vinieron un día a evaluarla en un ratillo, decidieron cuál era el hardware que se adaptaba a su minusvalía, aunque los que trabajábamos con ella a diario nos cansábamos de decir que esa no era la solución, que la solución pasaba por un mecanismo que permitiera que Rocía controlara el cursor con lo único que puede mover: sus ojos. Ese hardware existe, pero no para Rocío, parece.

Otro día igual sigo escribiendo sobre lo anterior, sobre las frustraciones, sobre el cansancio de la alumna. Hoy no. Hoy me quiero centrar en el día a día de mi alumna de Lengua de 2º de Bachillerato.

Para compensar su minusvalía, Rocío cuenta en la actualidad con las siguientes herramientas:

  • Un ordenador en un aula que compró para ella nuestro instituto; no la Delegación de Educación de Sevilla, ni la Consejería de Educación, ni el EOE, ni el Ayuntamiento de La Rinconada ni nadie. Lo compró el instituto cuando los que trabajábamos con ella nos dimos cuenta que no podíamos esperar gran cosa de ninguna institución (¿os podéis imaginar la enorme cantidad de peticiones escritas, proyectos, memoranda, papelotes que hemos movido?).
  • Un ordenador en su casa.
  • Un teclado numérico externo que se conecta por USB y que se supone es el hardware idóneo para que una persona que mueve únicamente su brazo derecho muy, muy lentamente y sin poder afinar el movimiento se comunique con el mundo y aprenda. Eso nos dijeron… Bueno, también nos dijeron off the record que otras soluciones eran muy caras: !¡¡Andalucía, imparable!!!
  • Software: un disco con una recopilación de software casi obsoleto, inadecuado a la edad mental de Rocío y a su desarrollo intelectual y, a todas luces, inútil.
  • Como recursos humano de apoyo, contamos con una cuidadora que se ocupa de llevarla de un lugar a otro, asearla, etcétera.

Ya me dirán cómo aprende Rocío en estas condiciones.

Con lo que tenemos, algunos profesores -muy pocos- hemos intentado enseñarle algo, adaptando el curriculum a un soporte que ella pudiese manejar, con la consecuente inversión de un enorme tiempo extra por parte del profesorado. Por supuesto, los que hemos hecho esto no hemos recibido jamás ni una mala reducción horaria, es más, no hemos recibido ni las gracias, no ya de la Administración educativa, ni tan siquiera de los propios compañeros del Centro. Así son las cosas y yo las acepto, porque no soy profesor de Rocío para que me reduzcan horas.

Lo que ya acepto menos es la actitud de algunas editoriales, y perdónenme el salto de contenido. Se me ocurrió que la editorial del libro de texto que tenemos puesto en 2º de Bachillerato (29 euros el pelotazo, por cierto) podría facilitarme una versión del mismo en formato PDF o similar, de manera que Rocío pudiese consultar los contenidos y no quedarse exclusivamente con los esquemas que yo le voy facilitando.

A día de hoy no he conseguido todavía el libro. Me han dado mil excusas: que si lo tienen en formato Mac (¿y qué?, pienso), que si van a sacar una versión nueva el curso próximo que llevará un CD con el libro para su uso en centros TIC…. Lo que será muy interesante el año que viene, pero Rocío tiene que estudiar este año. Total que no hay manera. Supongo que los indocumentadois de la editorial pensarán que me voy a dedicar al tráfico ilegal con su apestoso libro de texto; apestoso libro con el que, por cierto, han ganado en mi centro unos 2175 euros, por no mencionar lo que gana cada año la misma empresa en 1º y 2º de ESO con casi 300 alumnos.

Lo peor de toda esta historia ha sido la desfachatez con la que se despidió la comercial de la empresa en cuestión después de una larga charla, después de que le sugiriera -bueno, más bien garantizara- que no volvería a recomendar su libro en 2º de Bachillerato y que ya veríamos que pasaba el próximo curso con los de Secundaria, después de todo esto, la comercial, con su mejor sonrisa dibujada en los labios abrió su maletín y sacó unas novelas juveniles y me las entregó diciendo:

– Mirad si ponéis alguna lectura en Secundaria de nuestro catálogo, hombre, que no conseguimos tirar pa’lante.

– Lo tendré en cuenta -le dije. 

Un comentario en “Rocío y las editoriales

  1. Por favor, ¿podrías dar el nombre de la editorial? Me gustaría saber si estoy recomendando sus libros para clase. Muchas gracias.

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